Notas sobre la reflexión serena (Mao Chao)
Silenciosa y serenamente olvidamos todas las palabras;
clara y nítidamente aparece Eso ante él.
Cuando lo entendemos, es vasto y sin límites;
En su esencia, somos claramente conscientes.
Extrañamente reflejante es esta brillante consciencia,
maravillosa es esta pura reflexión.
El rocío y la luna, las estrellas y los arroyos,
la nieve sobre los pinos
y las nubes que flotan sobre los picos de montaña
Eran oscuros y se vuelven claros y refulgentes,
eran sombríos y se vuelven resplandecientes.
Una infinita maravilla habita esta serenidad;
En esta reflexión todo esfuerzo intencional se desvanece.
La serenidad es la palabra final (de toda enseñanza),
la reflexión es la respuesta a todo (lo manifestado).
Librada de todo esfuerzo,
esta respuesta es natural y espontánea.
La desarmonía surgirá
si no hay serenidad en la reflexión
y todo se volverá inútil y secundario
si no hay serenidad en la reflexión.
La Verdad de la reflexión-serena
es perfecta y completa.
¡Mira! ¡Los cien ríos fluyen
en torrentes tumultuosos hasta el gran océano!
clara y nítidamente aparece Eso ante él.
Cuando lo entendemos, es vasto y sin límites;
En su esencia, somos claramente conscientes.
Extrañamente reflejante es esta brillante consciencia,
maravillosa es esta pura reflexión.
El rocío y la luna, las estrellas y los arroyos,
la nieve sobre los pinos
y las nubes que flotan sobre los picos de montaña
Eran oscuros y se vuelven claros y refulgentes,
eran sombríos y se vuelven resplandecientes.
Una infinita maravilla habita esta serenidad;
En esta reflexión todo esfuerzo intencional se desvanece.
La serenidad es la palabra final (de toda enseñanza),
la reflexión es la respuesta a todo (lo manifestado).
Librada de todo esfuerzo,
esta respuesta es natural y espontánea.
La desarmonía surgirá
si no hay serenidad en la reflexión
y todo se volverá inútil y secundario
si no hay serenidad en la reflexión.
La Verdad de la reflexión-serena
es perfecta y completa.
¡Mira! ¡Los cien ríos fluyen
en torrentes tumultuosos hasta el gran océano!
Por Hung Chih, escuela Tsao Tung
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